Tropezando en tu tumba, dejo las cenizas de las cartas que alguna vez tú y yo nos escribimos, fieles a la memoria del otro, infieles a quienes éramos en realidad. Te pedí que me dejaras vivir pero ahí también tenías que ganar y te mataste. Ahora te llevo como mi sombra. Ahora no te puedo soltar sin cortarme. Ahora siento que la purga nunca llegará. Descansa en paz.