I

Tropezando en tu tumba,
dejo las cenizas de las cartas
que alguna vez tú y yo nos escribimos,
fieles a la memoria del otro,
infieles a quienes éramos en realidad.

Te pedí que me dejaras vivir
pero ahí también tenías que ganar y te mataste.
Ahora te llevo como mi sombra.
Ahora no te puedo soltar sin cortarme.
Ahora siento que la purga nunca llegará.
Descansa en paz.

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